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Ángela Mateos gana 1.000 euros
al mes y aunque tiene un trabajo
fijo una hipoteca le supondría
el 80% de su sueldo. / JULIO
PALOMAR |
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'No podemos volver
a casa por Navidad porque no nos hemos ido '
LAS PERSONAS DE ENTRE 18 Y 34 AÑOS
TIENEN QUE DESTINAR EL 64,3% DE SUS INGRESOS
PARA LA ADQUISICIÓN DE UN PISO, SEGÚN DATOS
DEL OBSERVATORIO JOVEN DE LA VIVIENDA EN
ESPAÑA
MARTA BELVER
María Martín tiene 28
años, dos carreras universitarias, tres años
de experiencia laboral en Dublín y en París,
un trabajo por las mañanas (de siete a
tres), otro por las tardes (de cuatro a
siete) y ninguna casa. Su pluriempleo apenas
le reporta 1.000 euros mensuales, una
escuálida nómina que le veta el acceso al
trampolín residencial, tanto en venta como
en alquiler.
Aunque esta veinteañera
residente en Madrid tiene rostro real, sus
rasgos casi podrían configurar el retrato
robot del joven español. Hasta tal punto se
ha vuelto familiar la precariedad de los que
no alcanzan las 35 primaveras que su
expulsión del mercado inmobiliario amenaza
con dejar de ser noticia. ¿Quién no tiene
una 'María' entre sus familiares o conocidos
o, directamente, lo es?
Lo novedoso es que
algunos 'sin techo propio', '' lejos de
quedarse en el domicilio familiar
lamentándose de la distancia kilométrica que
los separa de la emancipación, han decidido
pisar el asfalto para reclamar su derecho a
un hogar, previsto en la mismísima
Constitución Española. Bajo una misma
bandera que reza 'No podemos volver a casa
por Navidad porque todavía no nos hemos
marchado de ella', una treintena de
localidades repartidas por toda la Península
están llamadas a ser mañana, en vísperas de
la Nochebuena, escenario de manifestaciones
por una vivienda digna.
Cifras
Probablemente lo de menos
serán las cifras de asistencia que cosechen
estas protestas, siempre con su habitual
baile dependiendo de quién echa la cuenta.
Las que importan son las que sostienen que
los trabajadores de entre 18 y 34 años
deberían dedicar el 64,3% de su salario para
poder comprarse un piso en el mercado libre,
según los últimos datos que maneja el
Observatorio Joven de Vivienda en España
(Objovi).
«Es sólo un indicador
teórico de lo que tendría que pagar, de
media, el que quiera adquirir una vivienda»,
explica el sociólogo Joffre López. «Esto no
significa que nadie pueda acceder a una
casa, sino que sólo pueden hacerlo unos
pocos. Cuanto mayor es este índice, más son
los que se quedan fuera del mercado», agrega
este experto.
El mapa de acceso
residencial en Madrid es todavía más
accidentado. Los jóvenes capitalinos tienen
que invertir el 79,9% de su nómina para
poder firmar las escrituras de un piso de
109.000 euros, «lo que además significa que
o es muy precario o está muy lejos de la
Comunidad», apunta David González,
responsable del Área de Emancipación del
Consejo de la Juventud de la región
madrileña.
La opción del alquiler
La alternativa del
arrendamiento tampoco es la llave para abrir
las puertas del paraíso residencial. Según
los datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE), los alquileres de
vivienda en España se han encarecido un 4,4%
durante los últimos 12 meses, es decir, 1,8
puntos más que la tasa registrada por el
Índice de Precios de Consumo (IPC). Esto
significa que las rentas de las casas crecen
a un ritmo sensiblemente más acelerado que
el coste de la vida.
Y para la tercera opción
de alcanzar la independencia residencial, la
de ser adjudicatario de una vivienda de
protección oficial, la suerte desempeña un
papel más que protagonista. Del lado de
Felipe, madrileño de 28 años, se ha puesto
precisamente en el último sorteo de la
Empresa Municipal de Vivienda y Suelo de
Madrid (EMVS), cuyos resultados se
conocieron el pasado lunes.
Todavía con un nudo de
emoción en la garganta, este joven relataba
que lleva tres años presentándose a
concursos públicos porque el mercado libre
está completamente fuera del alcance de su
sueldo 'mileurista'. «Rezaba para que me la
dieran», aseguraba nada más conocer que le
había tocado un 'gordo' antes del 22 de
diciembre.
En el otro lado de la
balanza, el que más pesa, los que tendrán
que seguir probando suerte mientras vuelven
a comer turrón sin moverse de casa de sus
padres. «Después de cinco años intentándolo
pensé que éste tenía que ser mi momento», se
lamentaba Alejandra, bióloga de profesión
con más de un lustro en horas de laboratorio
a sus espaldas, al cerciorarse de que su
nombre no figura en las listas del
Ayuntamiento madrileño.
Como Alejandra, seis de
cada 10 jóvenes españoles no podrán volver
al hogar familiar por Navidad porque aún no
se han ido.
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'El espíritu del «derecho a techo»
Los estudiantes han
superado siempre con nota la 'asignatura' de
pisar el asfalto para quejarse con pancartas
y estribillos pegadizos de las leyes
educativas redactadas por gobiernos de uno y
otro color, para luchar con palabras contra
los horrores de la guerra, para
solidarizarse con causas como la del pueblo
saharaui... Pero hasta este curso académico
nadie se había matriculado en clase de
'Derecho a techo' o, lo que es lo mismo, un
movimiento nacido al abrigo de la denominada
Plataforma por una Vivienda Digna.
Gestado en el útero de
Internet, sin progenitores que hayan
reconocido a la criatura y al margen de
cualquier código de conducta familiar que no
sea la manifestación pacífica, esta
iniciativa popular ha llenado a lo largo del
año las calles de diversas ciudades
españolas con universitarios y jóvenes en
general para los que la independencia
residencial es una auténtica entelequia.
Los 'cerebros' anónimos
de esta organización han creado un sistema
de comunicación entre los expulsados del
mercado inmobiliario a través de correos
electrónicos y 'sms'. «El próximo domingo
sentada por una vivienda digna. Pásalo»,
reza una de las misivas que han navegado por
ordenadores y teléfonos móviles de muchos
residentes en España que, a su vez,
contribuían a quintuplicar el mensaje al
reenviárselo a sus allegados.
Las raíces de la
Plataforma por una Vivienda Digna no se
asientan sobre sustrato político, ni de
sindicatos, ni de organizaciones oficiales
de ningún tipo, al menos hasta la fecha.
Pero sí han dado pasos hacia el
entendimiento con autoridades competentes en
materia residencial.
Miembros de la
organización se han reunido recientemente
con Juan Blasco, director de Arquitectura y
Vivienda de la Comunidad de Madrid, para
plantearle las inquietudes de los 'sin
techo'. Tras el encuentro con Blasco, el
colectivo juvenil, entre otras cosas, ha
vislumbrado un atisbo de esperanza en la
posibilidad de poder presentar un plan
factible de autopromoción ante el Ministerio
de Vivienda con el objetivo de obtener
ayudas y suelo público de diversas
administraciones.
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